En este nuevo libro de relatos -el quinto- de Soledad
Puértolas, la autora centra su atención en una serie de personajes femeninos
que, por diversas razones, acompañan a alguien -generalmente, un hombre, muchas
veces el marido o el amante- en un viaje que, en principio, no les concierne,
pero que propicia episodios reveladores de lo que son y de la relación que
mantienen con el otro.
Con estas dos coordenadas, las mujeres y los viajes,
Puértolas construye una sucesión de narraciones que exploran el papel que unos
tenemos en la vida de los otros y que se percibe con mayor claridad cuando los
escenarios habituales de nuestras vidas se cambian por lugares desconocidos.
Las circunstancias pueden ser muy distintas, la mujer puede encontrarse en el
coche que conduce su marido camino del veraneo familiar o en un tren, rodeada
de estudiantes, hacia un Londres enigmático donde le esperan empleos de
cuidadora de niños, o en una ciudad californiana, donde el marido acude a la
universidad mientras ella, ociosa, se busca ocupaciones, o en París, Nantes,
Turín, Seúl, o en un velero que compite en unas regatas... Esta mujer,
personaje secundario, la acompañante del viajero, toma de pronto la palabra y
nos da su interpretación, o el mismo narrador se fija en ella y la convierte en
la verdadera protagonista de la historia.
El lector acaba por descubrir en el interior de estas
mujeres soñadoras, inquietas y temerosas un extraño empeño, una rara
obstinación por ser ellas mismas, signifique eso lo que signifique y participa
de esos momentos de intensa felicidad, de fugaces revelaciones, que
inesperadamente obtienen y que, en definitiva, es lo que todos esperamos de los
viajes. Lejos de los escenarios de nuestra cotidianidad, en otro tiempo
-algunas veces, incluso en otra franja horaria-, se puede sentir la sombra
oscura del desamparo, pero también -y esa ilusión nos compensa momentáneamente
de toda penalidad- el dulce resplandor de la libertad.