Todos
los pueblos que han llegado a la Península Ibérica han dejado huella de su
cultura en esta ciudad.
Las
excavaciones realizadas hablan de una ciudad celtíbera que llegó a ser una
importante región carpetana.
En el año
192 a.C., fue conquistada por las legiones romanas.
La
civilización romana la denominó ya como Toletum. Bajo su dominación se
construyeron templos, teatros, anfiteatros, circos, murallas y acueducto. Con
la desaparición de la Hispania romana, la ciudad fue ocupada por pueblos
germánicos.
Conversión de Recaredo |
Los
visigodos la convertirán en su capital, extendiendo su reino a toda la
Península.
La conversión de su rey Recaredo, en el año 587, y la celebración en
ella de los concilios visigóticos iniciaron la vinculación de la ciudad con el
cristianismo, que culminarían siglos después con su designación como sede primada
de España.
Con
la llegada de los musulmanes a principios del siglo VIII la ciudad pasa a
denominarse Toleitola. A partir de entonces comenzó a fraguarse la tolerancia
entre las tres culturas y religiones (judía, musulmana y cristiana).
Las
tropas cristianas de Alfonso VI entraron en Toledo el 25 de mayo del año 1085
poniendo fin a la dominación árabe.
Alfonso X el Sabio |
Durante
el reinado de Alfonso X El Sabio (siglo XIII) se establece la Escuela de
Traductores. Transcripciones de textos árabes y judíos y traducciones de obras
del pensamiento griego hacen de Toledo centro intelectual europeo, ya que
gracias a estas nuevas versiones el mundo occidental tiene acceso al saber
musulmán y hebreo y redescubre los clásicos helénicos.
Bajo
el amparo económico y la protección de los arzobispos toledanos, eruditos
judíos y cristianos mozárabes se encargaron de la traducción de un buen número
de obras clásicas, griegas y romanas, escritas por Aristóteles, Ptolomeo e
Hipócrates, entre otros, y que llegaron a España en copias manuscritas escritas
en lengua árabe.
En
el siglo XIV la tranquila convivencia de las tres culturas va desapareciendo
poco a poco, la persecución a los judíos y el afán por su cristianización
provoca el origen del Tribunal de la Santa Inquisición.
La
Corte, itinerante según sus necesidades, se estableció en varias ocasiones en
Toledo y durante el reinado de Carlos I, tras la derrota de los comuneros que
rechazaban la política imperial, la ciudad se convierte en Sede del Imperio.
Toda una época de esplendor hasta que en 1563 Felipe II traslada
definitivamente la capital de la Corte a Madrid; es entonces cuando Toledo
pierde fuerza política y el privilegio que tenía de la monarquía.
La
única institución importante que quedó en la ciudad fue la iglesia.
Comienza
en aquel momento una gran decadencia en la que crisis y epidemias se apoderan
de la ciudad, la industria desciende y las casas señoriales pasan a ser
propiedad de diversas órdenes religiosas. El siglo XVII devolvió un poco de
prosperidad a la ciudad con a la Ilustración, que otorgó a la urbe una
recuperación económica gracias a la Compañía de Fábricas y Comercio y a la
Fábrica de Armas.
Durante
el siglo XIX Toledo vive una época de desarrollo con la inauguración del
ferrocarril, el suministro de agua y las centrales eléctricas a la ribera del
Tajo.
En la Guerra Civil (1936-1939) queda en zona
republicana y Franco realiza el rescate de los sublevados encerrados en el
Alcázar, que queda en estado ruinoso.
Declaración
de la UNESCO como Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1986.
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