miércoles, 11 de noviembre de 2020

Las amigas imperfectas


 Dos mujeres, Julia y Clara, de caracteres muy diferentes, mantienen, en una imaginaria localidad alicantina, una compleja y enriquecedora relación de amistad y de complicidad a lo largo del tiempo. Su incesante búsqueda de la felicidad se ve jalonada por sueños incumplidos y promesas rotas. 


Al tiempo que un análisis del universo femenino desde perspectivas inéditas, Las amigas imperfectas es también la historia de una ciudad y de un país durante treinta años. 


Esta novela valió a su autor el XXXV Premio Ateneo de Sevilla. 





Estudió Magisterio en la Escuela Normal de Zaragoza, y tras un año como profesor, se dedicó al periodismo. En radio, ha trabajado en Radio Juventud, fue director de Radiocadena Española, y ha trabajado en la SER y en la COPE. En prensa escrita, trabajó para PuebloSábado GráficoInterviú, Diario 16 y Tiempo. En su carrera política, fue fundador del Partido Social Demócrata Aragonés, y diputado de UCD en el parlamento. En su labor literaria, obtuvo el Premio Café Gijón de novela en 1987, y en la radiofónica, el Premio Ondas en 1990 y 2002, y el Micrófono de Oro en 1999.

En 2003 fue el ganador del XXXV Premio Ateneo de Sevilla por su novela Las amigas imperfectas.


Anton Dvorak

 


Antonin o Anton Dvorak; Nelahozeves, 1841 - Praga, 1904) Compositor checo. Hijo de un mesonero, ya desde niño demostró disposición para la música. Inició sus estudios en Zlonice en 1853 y los prosiguió en Praga durante el período 1857-59. Luego tocó la viola en una orquesta hasta 1871. Al mismo tiempo emprendió su actividad de compositor. El primer éxito alcanzado en este ámbito fue un Himno con texto de Viteslav Hálek (1873); gracias a tal obra obtuvo el cargo de organista de la iglesia de San Etelberto, que conservó hasta 1877.


A estos años pertenecen el Stabat Mater y otras composiciones sinfónicas y vocales, pero sobre todo para conjuntos de cámara. En 1875 recibió un estipendio del Estado. Mientras tanto, sus obras provocaban el interés de Johannes Brahms y Eduard Hanslick, así como el del editor Simrock. La música de Dvorak conoció entonces mayor auge, publicando las Danzas eslavas (1878), el Cuarteto op. 51 (1879) y las primeras Sinfonías. El músico visitó repetidamente Inglaterra, donde fue nombrado doctor "honoris causa" de la Universidad de Cambridge (1891). Las de Viena y Praga también le concedieron esta misma distinción.

En 1892 aceptó la invitación de marchar a Nueva York como director del Conservatorio Municipal; en América escribiría algunas de sus obras más famosas: la Sinfonía del Nuevo Mundo (1893), el Cuarteto en fa mayor (1893), los Cantos bíblicos (1894) y el Concierto para violoncelo y orquesta (1895). La nostalgia de la patria le indujo a regresar a Praga, donde volvió a ocupar el cargo de profesor de composición del Conservatorio, alcanzado en 1891.


En 1892 aceptó la invitación de marchar a Nueva York como director del Conservatorio Municipal; en América escribiría algunas de sus obras más famosas: la Sinfonía del Nuevo Mundo (1893), el Cuarteto en fa mayor (1893), los Cantos bíblicos (1894) y el Concierto para violoncelo y orquesta (1895). La nostalgia de la patria le indujo a regresar a Praga, donde volvió a ocupar el cargo de profesor de composición del Conservatorio, alcanzado en 1891.


Pero, sin lugar a dudas, su sinfonía más célebre es la Novena o del Nuevo Mundo (1892). Esta última obra posee reminiscencias de los cantos espirituales negros y de las melodías de las plantaciones del sur de los Estados Unidos que Dvorak oyó cantar en Nueva York a Harry T. Burleigh, un alumno suyo.






domingo, 1 de noviembre de 2020

El brindis de Margarita

 


Margarita, una mujer madura, escritora de éxito, vuelve a su ciudad natal para vaciar la casa de sus padres. Mientras, en las noticias, retransmiten en directo la exhumación del cadáver de Franco, que marcó la vida de tantas generaciones de españoles.

Es un piso pequeño, en un barrio obrero, como corresponde a la familia a la que ha pertenecido. De las cuatro personas que vivieron en la casa, solo queda Margarita. Su abuela, su madre y su padre han ido muriendo por ese orden. Es hija única y debe realizar la tarea ella sola. Está casada, pero su marido está de viaje constantemente y no la acompaña en este viaje tan extremo que es el de los vacíos. Su hijo, Roberto, está estudiando su año de Erasmus en una ciudad de la costa italiana.

Los objetos que encuentra, los olores que permanecen en la ropa, las cartas, los viejos pasaportes la van transportando a diferentes momentos de su pasado vividos en el piso. Se va mezclando en su memoria lo personal, los reproches a sí misma y a los fantasmas de sus muertos que viven en sus recuerdos, con la Historia con mayúsculas en que se enmarca su vida y la de su familia. Una abuela que vivió todas las guerras del

Señora de rojo sobre fondo gris

 


Las fuentes del silecio

 


En plena época del colaboracionismo con Estados Unidos, España recibe una multitud de turistas y empresarios extranjeros que llegan al país tras la reciente apertura económica. Entre ellos se encuentra el joven Daniel Matheson, hijo de un magnate del petróleo de Texas que llega a Madrid junto a sus padres. 


El destino de Daniel, que aspira a convertirse en fotoperiodista, se cruza con el de Ana, una doncella del hotel Castellana Hilton que proviene de una familia devastada por la Guerra Civil. Las fotografías de Daniel revelan el rostro oscuro de la posguerra, despiertan en él preguntas incómodas y lo condicionan a la hora de tomar decisiones difíciles para proteger a las personas que ama.


 Ruta Sepetys vuelve a poner el foco en uno de los rincones más oscuros de la Historia con esta novela épica sobre el miedo, la identidad, los amores que no se olvidan y la voz oculta del silencio.

Ordesa

 


Escrito a ratos desde el desgarro, y siempre desde la emoción, este libro es la crónica íntima de la España de las últimas décadas, pero también una narración sobre todo aquello que nos recuerda que somos seres vulnerables, sobre la necesidad de levantarnos y seguir adelante cuando nada parece hacerlo posible, cuando casi todos los lazos que nos unían a los demás han desaparecido o los hemos roto. Y sobrevivimos.


«Ordesa es la carta del náufrago que esperábamos desde hacía años. Llegó a las librerías cabalgando sobre una ola de espuma que al retirarse la dejó en la orilla. [...] bastaba leer la primera página para advertir que aquella llamada de socorro venía de lo más hondo de nosotros mismos. Nos reclamaba porque en cierto modo, además de sus protagonistas, éramos también sus autores. [...]Describía con palabras nuevas, ordenadas de una manera insólita, lo que habíamos sido y aquello de lo...