Antonin o Anton Dvorak; Nelahozeves, 1841 - Praga, 1904) Compositor checo. Hijo de un mesonero, ya desde niño demostró disposición para la música. Inició sus estudios en Zlonice en 1853 y los prosiguió en Praga durante el período 1857-59. Luego tocó la viola en una orquesta hasta 1871. Al mismo tiempo emprendió su actividad de compositor. El primer éxito alcanzado en este ámbito fue un Himno con texto de Viteslav Hálek (1873); gracias a tal obra obtuvo el cargo de organista de la iglesia de San Etelberto, que conservó hasta 1877.
A estos años pertenecen el Stabat Mater y otras composiciones sinfónicas y vocales, pero sobre todo para conjuntos de cámara. En 1875 recibió un estipendio del Estado. Mientras tanto, sus obras provocaban el interés de Johannes Brahms y Eduard Hanslick, así como el del editor Simrock. La música de Dvorak conoció entonces mayor auge, publicando las Danzas eslavas (1878), el Cuarteto op. 51 (1879) y las primeras Sinfonías. El músico visitó repetidamente Inglaterra, donde fue nombrado doctor "honoris causa" de la Universidad de Cambridge (1891). Las de Viena y Praga también le concedieron esta misma distinción.
En 1892 aceptó la invitación de marchar a Nueva York como director del Conservatorio Municipal; en América escribiría algunas de sus obras más famosas: la Sinfonía del Nuevo Mundo (1893), el Cuarteto en fa mayor (1893), los Cantos bíblicos (1894) y el Concierto para violoncelo y orquesta (1895). La nostalgia de la patria le indujo a regresar a Praga, donde volvió a ocupar el cargo de profesor de composición del Conservatorio, alcanzado en 1891.
En 1892 aceptó la invitación de marchar a Nueva York como director del Conservatorio Municipal; en América escribiría algunas de sus obras más famosas: la Sinfonía del Nuevo Mundo (1893), el Cuarteto en fa mayor (1893), los Cantos bíblicos (1894) y el Concierto para violoncelo y orquesta (1895). La nostalgia de la patria le indujo a regresar a Praga, donde volvió a ocupar el cargo de profesor de composición del Conservatorio, alcanzado en 1891.
Pero, sin lugar a dudas, su sinfonía más célebre es la Novena o del Nuevo Mundo (1892). Esta última obra posee reminiscencias de los cantos espirituales negros y de las melodías de las plantaciones del sur de los Estados Unidos que Dvorak oyó cantar en Nueva York a Harry T. Burleigh, un alumno suyo.
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