Hay unas pequeñas rosas rosadas sobre el escritorio. Qué extraña tristeza suelen desprender las rosas de otoño…»
«Por primera vez en semanas, estoy aquí sola, dispuesta a retomar mi vida “real”. Eso es lo extraño: que ni los amigos, ni siquiera los amores apasionados, son mi vida real, a menos que disponga de un tiempo a solas para explorar y descubrir cuanto está ocurriendo, o cuanto ya ha ocurrido».
May Sarton espera abrirse camino «entre las abruptas y rocosas profundidades para llegar al núcleo de la matriz, donde aún quedan iras y violencias no resueltas. Mi necesidad de estar a solas siempre está en contrapunto con el miedo a todo aquello que sucederá si de repente, una vez adentrada en el enorme y vacío silencio, no puedo encontrar apoyo alguno».
Sarton escribe con un riguroso sentido de la observación y una gran carga emocional sobre el mundo interior y exterior: las estaciones, la vida cotidiana, los libros, la gente, las ideas; y a medida que se detiene en todo ello, va conformando su viaje artístico y espiritual. En este libro nos encontramos más cerca que nunca de la esencia de su escritura.
Todo un icono para las poetas y para las feministas: la belga/estadounidense May Sarton (Wondelgem, Bélgica, 1912 / York, EE UU, 1995). Y este libro, esencia pura de su escritura. ‘Diario de una soledad’ recorre un año de vida, un año de vida interior y exterior. Nunca es sencillo despojarse del artificio que nos ayuda a vivir a diario, ni es sencillo hacer desaparecer al personaje que invade nuestro cuerpo y nuestra memoria. Hay que ser muy valiente para dejarse caer sobre los brazos de la soledad; habitar esa búsqueda feroz y luminosa con que es capaz de señalar nuestros vicios y virtudes. Porque la soledad es ese espejo que no admite las mentiras que fabricamos para aparentar lo que no es.
Un espejo es también Diario de una soledad, de May Sarton, una superficie en la que podemos encontrar todas esas respuestas que nos niega el ruido que formamos a nuestro alrededor con la única intención de salvarnos.
Diario de una soledad es un libro emocionante, cáustico, extrovertido e introvertido en un equilibrio narrativo a priori imposible. Es dinámico y está insultantemente vivo, a pesar de que hace más de 25 años que su autora no está entre nosotros.
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