Cuando se habla de el "gato de Schrödinger" se
está haciendo referencia a una paradoja que surge de un célebre experimento
imaginario propuesto por Erwin Schrödinger en el año 1937 para ilustrar las
diferencias entre interacción y medida en el campo de la mecánica cuántica.
El experimento mental consiste en imaginar a un gato metido
dentro de una caja que también contiene un curioso y peligroso dispositivo.
Este dispositivo está formado por una ampolla de vidrio que contiene un veneno
muy volátil y por un martillo sujeto sobre la ampolla de forma que si cae sobre
ella la rompe y se escapa el veneno con lo que el gato moriría. El martillo
está conectado a un mecanismo detector de partículas alfa; si llega una
partícula alfa el martillo cae rompiendo la ampolla con lo que el gato muere,
por el contrario, si no llega no ocurre nada y el gato continua vivo.
Cuando todo el dispositivo está preparado, se realiza el
experimento. Al lado del detector se sitúa un átomo radiactivo con unas
determinadas características: tiene un 50% de probabilidades de emitir una
partícula alfa en una hora. Evidentemente, al cabo de una hora habrá ocurrido
uno de los dos sucesos posibles: el átomo ha emitido una partícula alfa o no la
ha emitido (la probabilidad de que ocurra una cosa o la otra es la misma). Como
resultado de la interacción, en el interior de la caja, el gato está vivo o
está muerto. Pero no podemos saberlo si no la abrimos para comprobarlo.
Si lo que ocurre en el interior de la caja lo intentamos
describir aplicando las leyes de la mecánica cuántica, llegamos a una
conclusión muy extraña. El gato vendrá descrito por una función de onda
extremadamente compleja resultado de la superposición de dos estados combinados
al cincuenta por ciento: "gato vivo" y "gato muerto". Es
decir, aplicando el formalismo cuántico, el gato estaría a la vez vivo y
muerto; se trataría de dos estados indistinguibles.
La única forma de averiguar qué ha ocurrido con el gato es
realizar una medida: abrir la caja y mirar dentro. En unos casos nos
encontraremos al gato vivo y en otros muerto. Pero, ¿qué ha ocurrido? Al
realizar la medida, el observador interactúa con el sistema y lo altera, rompe
la superposición de estados y el sistema se decanta por uno de sus dos estados
posibles.
El sentido común nos indica que el gato no puede estar vivo
y muerto a la vez. Pero la mecánica cuántica dice que mientras nadie mire en el
interior de la caja el gato se encuentra en una superposición de los dos
estados: vivo y muerto.
Esta superposición de estados es una consecuencia de la
naturaleza ondulatoria de la materia y su aplicación a la descripción
mecanocuántica de los sistemas físicos, lo que permite explicar el
comportamiento de las partículas elementales y de los átomos. La aplicación a sistemas
macroscópicos como el gato o, incluso, si así se prefiere, cualquier profesor
de física, nos llevaría a la paradoja que nos propone Schrödinger.
No hay comentarios:
Publicar un comentario