Como en una matrioska donde al abrirla encuentras un mundo que
oculta otro mundo y, dentro de él, otro mundo y otro más, Hijas de la tormenta
da cobijo a múltiples voces. Poemas repletos de bosques, ciudades, animales,
mundos tangibles e intangibles. Abundan los recuerdos, pero sin un ápice de
nostalgia.
Aunque algunos poemas contienen el dolor de un mundo a la deriva,
Marta Navarro conduce con sus textos hasta el abismo, pero asegurándose de que
el camino de vuelta esté iluminado, siempre con dosis de esperanza. Y es que la
autora defiende la esperanza como revolución poética, como un derecho.
También
hay feminismo, porque no podría ser de otra manera. Versos que nacieron como un
golpe en la mesa, un basta ya. Si los libros pudieran convertirse en viajes,
Hijas de la tormenta podría ser un sendero que nos lleva a un mundo en
construcción, del que debemos formar parte.