Tras mucho tiempo sin apenas verse ni tratarse, Gabriel decide
llamar a sus hermanas y reunir a toda la familia para celebrar el 80 cumpleaños
de la madre y tratar así de reparar los viejos rencores que cada cual guarda en
su corazón, y que los han distanciado durante tantos años.
Aurora, dulce y
ecuánime, la confidente de todos y la única que sabe hasta qué punto los
demonios del pasado siguen tan vivos como siempre, trata de disuadirlo, porque
teme que el intento de reconciliación agrave fatalmente los conflictos hasta
ahora reprimidos. Y, en efecto, la primera llamada de teléfono desata otras
llamadas y conversaciones, inocentes al principio y cada vez más enconadas, y
de ese modo iremos conociendo las vidas de Sonia, de Andrea, de Horacio, de
Aurora, del propio Gabriel y de la madre, y con ellas la historia familiar,
desde la infancia de los hijos hasta la actualidad.
Tal como temía Aurora, las
antiguas querellas van reapareciendo como una lluvia fina que amenaza con
formar un poderoso cauce al límite del desbordamiento.
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