Una gran y conmovedora epopeya humana sobre el pulso permanente entre las aspiraciones individuales y las normas que rigen el destino.
María Broto es una reconocida actriz de teatro al filo de los cuarenta. A la salida del estreno de El jardín de los cerezos de Chejov –su representación soñada–, en la que encarna el papel de Luiba Andreievna, un hombre la espera en la puerta trasera del teatro. A primera vista, María no lo reconoce, pero el hombre insiste en explicarle quién es y por qué ha venido a buscarla.
Así recibe María la noticia de la repentina muerte de Teodoro Broto, su padre. La noticia, inesperada, viene acompañada del ofrecimiento de este hombre de volver al pueblo en el que vivieron de niños para asistir al funeral que tendrá lugar al día siguiente.
Pero María no tiene claro si quiere hacer este viaje al pasado y hurgar en las heridas abiertas de una infancia que todavía lleva marcadas en su interior.
Jauja entrelaza épocas, escenografías y sentimientos. Se enfrenta al pulso permanente entre las aspiraciones individuales y las normas que rigen el destino, y presenta un heterogéneo conjunto de personajes a los que seguimos durante varios años, para crear una epopeya humana y conmovedora que aborda los grandes temas: el amor y la pérdida, la fragilidad del éxito, las renuncias que impone el paso del tiempo, la dolorosa posibilidad del perdón, el deseo de redención, la dificultad de mirar a la verdad a la cara y, por supuesto, el rastro de la infancia, ese jardín de los cerezos que brilla por fuera, mientras los personajes que lo observan se deshacen por dentro.
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