martes, 31 de mayo de 2016

El balcón en invierno

El balcón en invierno es el libro de un novelista que quiere escribir la historia de un hombre jubilado. Su personaje va a pasear por la calle con una pistola en el calcetín y diez euros para limosnas que serán distribuidas con una maniática arbitrariedad entre los mendigos del barrio.

Es el libro de un novelista indeciso, en crisis, que mezcla de forma inevitable la inseguridad y las perplejidades de la literatura con las dudas de la vida. Cuando lee lo que acaba de escribir, suele sentir que se trata de un esfuerzo fallido. 

Cuando piensa en la disciplina del despacho y la escritura, es posible que le oprima el vértigo de la vida callejera, una aventura real que se escapa, una existencia que parece ocurrir en otro lado. Pero cuando vuelve a leer lo escrito, se reconcilia a medias con sus palabras en un camino de ida y vuelta entre la desolación y la alegría. Es lo mismo que le ocurre en los viajes, cuando se impone el deseo de regresar a la tranquilidad de unas habitaciones conocidas y propias. El libro se convierte en un regreso al pasado. Es el cuidadoso álbum de una educación sentimental. Bajo la piel madura del escritor hay un niño al que le gustaba mentir, fantasear en el campo con las cosas que ha visto en la ciudad e inventarse en la ciudad los misterios y la magia de todo lo que ha vivido en el campo. El escritor cuenta historias ante sus lectores como si estuviese inventando una excusa o tejiendo un asombro ante un padre, una madre y tres hermanas. ¡Lo que miente este niño!


El libro desnuda al jubilado, protagonista de la novela que iba a escribirse, para contar la historia del propio escritor. Se convocan así los recuerdos de una familia de labradores que emigra a Madrid en 1960. De la infancia a la adolescencia, de Alburquerque al Barrio de la Prosperidad, de las mentiras al gusto por la literatura, de la novela a la ficción autobiográfica. 

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