jueves, 26 de agosto de 2010

Díme quién soy


La historia comienza cuando una periodista recibe una propuesta para investigar la vida de su bisabuela, Amelia Garayoa, de la que lo único que saben es que huyó de España antes de que comenzara la guerra civil, abandonando a su marido y a su hijo. Se verá así obligada a bucear en el pasado, reconstruyendo la vida de Amelia desde sus comienzos. Marcada por cuatro hombres muy diferentes, ‘Dime quién soy’ nos trae casi mil páginas repletas de amor, desamor y aventuras. Sin duda una buena noticia para los miles de fans que esta escritora tiene en nuestro país.

Julia Navarro nació en Madrid en 1953. Periodista, ha trabajado en televisión y prensa escrita, y es autora de varios libros de actualidad política como Entre Felipe y Aznar o La izquierda que viene. Sin embargo, la fama internacional le vendrá con La hermandad de la sábana santa, una particular mezcla de aventuras e intriga histórica. Con La Biblia de barro y La sangre de los inocentes concluiría una trilogía que ha vendido más de tres millones de ejemplares en todo el mundo.

Julia Navarro reconoce que normalmente sus libros parten de los temas de actualidad que le preocupan y le interesan. Sin embargo, este libro tiene una génesis diferente, y nos lo explica ella misma con estas palabras:

(...) el punto de partida de este nuevo libro es muy personal. Tiene que ver con la memoria familiar, con esas historias que cuando era niña escuchaba contar a mi abuela y a mi madre sobre el horror y las consecuencias de la guerra civil.

La soledad de los números primos


La soledad de los números primos de Paolo Giordano:
Paolo Giordano se ha convertido, hoy por hoy, en el fenómeno editorial más relevante de los últimos años en Italia. Con tan sólo veintiséis años, La soledad de los números primos, ópera prima de este recién licenciado en Física Teórica, ha sido galardonada con el premio Strega 2008 y ha conseguido un éxito de ventas sin precedentes para una primera novela. Asimismo, ha despertado un gran interés internacional y será traducido a veintitrés idiomas.
Como introducción a esta excepcional novela, dejemos al texto hablar por sí mismo: «En una clase de primer curso Mattia había estudiado que entre los números primos hay algunos aún más especiales. Los matemáticos los llaman números primos gemelos: son parejas de números primos que están juntos, o mejor dicho, casi juntos, pues entre ellos media siempre un número par que los impide tocarse de verdad. Números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43. Mattia pensaba que Alice y él eran así, dos primos gemelos, solos y perdidos, juntos pero no lo bastante para tocarse de verdad.»
Esta bella metáfora es la clave de la dolorosa y conmovedora historia de Alice y Mattia. Una mañana fría, de niebla espesa, Alice sufre un grave accidente de esquí. Si la firmeza y madurez con que este joven autor desarrolla el tono narrativo impresiona y sorprende, no menos admirable es su valor es su valor para asomarse sin complejos, nada más y nada menos, a la esencia de la soledad.

lunes, 23 de agosto de 2010

El árbol de Jesé


Árbol de Jesé es el nombre que tradicionalmente recibe el árbol genealógico de Cristo, a partir de Jesé, padre del rey David. En el Apocalipsis de Juan, Jesús afirma: Yo soy la raíz y el retoño de David

El nombre de Jesé es un doblete helenístico del de Isaías, con lo que también se le conoce como Ishai o Isaí. Tanto Mateo como Lucas parten de David para llegar a José (padre putativo de Jesús), aunque algunos piensan que la genealogía de Lucas sería en realidad la de María.

El Nuevo Testamento apoya así la profecía de Isaías: Saldrá un vástago del tronco de Isaí (Jesé), y un retoño de sus raíces brotará. San Jerónimo hizo que la vara fuera virga (que efectivamente es vara, pero también virgen), con lo que sale una vara, que es la Virgen, y de ella un retoño, que es Jesús.

El árbol de Jesé se ha representado en la cultura cristiana en numerosas ocasiones, (por ejemplo lo hace Absolon Stumme en su cuadro El Árbol de Jesé) identificándolo también con el árbol de la vida del Génesis.

El mito del camino Santiago




Cuenta la tradición que hacia el año 820 un ermitaño llamado Pelayo, afirmó que observaba muchas noches unas luces que semejaban una lluvia de estrellas fugaces, que caían siempre sobre el mismo montículo. Pelayo, impresionado por la lluvia de estrellas, se presentó ante el obispo de Iria Flavia, Teodomiro, para informarle del suceso. El obispo se trasladó hasta el lugar y pudo contemplar el fenómeno relatado por el ermitaño. Un fuerte resplandor iluminaba el lugar en donde, entre la densa vegetación, encontrarían un sepulcro de piedra en el que reposaban tres cuerpos, identificados como el de Santiago el Mayor y sus discípulos Teodoro y Atanasio.
Sitúense en el siglo IX, 800 años después de la muerte de Santiago.
El más antiguo se los relatos pormenorizados que se conserva sobre el descubrimiento es la "Concordia de Antealtares", escrito doscientos cincuenta años después, concretamente en el 1077.
Y es a partir de esa fecha, cuando el sepulcro se convierte en punto de peregrinación de todo el continente Europeo. El camino quedó definido entonces recurriendo básicamente a las numerosas calzadas romanas que unían diferentes puntos de la península.
Hace pocos años, unos cien, más de mil después del descubrimiento, en 1878 el Papa León XIII expide una Bula donde confirma la autenticidad de los restos del Apóstol, que habían sido reencontrados tras haberse escondido contra los saqueos casi tres siglos antes. Este hecho, junto al descubrimiento de la tumba de Teodomiro en 1949, hace renacer el interés por el Camino de Santiago.
Hasta aquí llega la historia oficial del Camino de Santiago, basada en conjeturas, las más de las veces, inverosímiles, intereses religiosos, políticos, sociales, turísticos y, curiosamente, poco o nada históricos.

Pero existe, también, otra versión sobre de quién son los restos que descansan en la tumba de Compostela. Conozcamos esa otra leyenda. Hacia el año 349 nace Prisciliano en Iria Flavia en el útero mismo de la Galicia esotérica y mágica. Iria Flavia es por aquel entonces un mítico lugar de ancestrales cultos protocélticos, enclavada en un altozano que pareciera un gigantesco menhir, se decía que era la última etapa de peregrinación de los druidas del continente antes de llegar a los confines de la Tierra, el Finisterrae, esa zona que hoy conocemos como Costa de la Muerte.
Sabemos que aquel joven gallego empujado por su pasión por el gnosticismo conoció a Ágape y Marcos, discípulos de Basílides, hombre clave del hermetismo maniqueo más esotérico, fue Prisciliano también discípulo de Delphidius catedrático de retórica y poeta, considerado descendiente directo de los druidas. Prisciliano fundó en Burdeos, junto con Elpidio una comunidad de pensadores, vestían túnicas blancas y se dedicaban, entre otras muchas labores, a la recolección de piedras sagradas (abraxas) en antiguas cuevas prehistóricas de Aquitania. Amantes de la noche, trabajaban a la luz de la luna para incrementar la luminaria del fuego, tal como hacían los antiguos celtas que adoraban el plenilunio.
Expulsado de Aquitania por acusaciones de brujería, Prisciliano condujo a sus seguidores a su céltica Galicia, la cuna europea del paganismo, pero ni en su mágica tierra se vio libre de sus enemigos y fue acusado junto a Prócula de escándalo amoroso. Muchos historiadores sostienen que Prócula fue la inspiradora de la elección de la venera (vieira) como símbolo del peregrinaje iniciático hacia la Costa de la Muerte.
Jamás se rindió Prisciliano a las falsas acusaciones de sus enemigos, llegó a ser obispo de Ávila, predicó la pobreza como virtud y los evangelios apócrifos, ampliando con el paso del tiempo el número de sus seguidores que reclutaba entre las elites culturales y del poder.
Fue tan grande su influencia que fue perseguido por las más altas instancias de la iglesia hasta que lograron su condena a muerte tras sufrir grandes torturas acusado de maniqueo, hermetista y llegaron a decirse de él que era la reencarnación de un brujo druida de la prehistoria gallega.
La cabeza de Prisciliano rodó en Tréveris -Alemania- en la primavera del año 385 ante los extasiados ojos de un público que no entendía lo que estaba ocurriendo. Con la muerte de Prisciliano muere su historia y nace su leyenda.
Cuatro años después de su muerte, un grupo de seguidores gallegos llega a la cuidad alemana de Tréveris a reclamar el cuerpo de su maestro Prisciliano y los discípulos ejecutados con él para transportarlos a su hermética tierra de druidas y darle cristiana sepultura. Con él muere la leyenda herética y nace la secreta historia de Prisciliano y sus discípulos.
El cuerpo es llevado a hombros a lo largo de la Galia y la Hispania, recorriendo "casualmente" un itinerario que con el paso de los siglos se convertirá en la ruta jacobea, el hoy popular y turístico Camino de Santiago.
Prisciliano fue inhumado cerca de su tierra natal, Iria Flavia. Muy posiblemente sus restos mortales pasarían siglos después a la cripta de la catedral de Compostela bajo el velo protector de la leyenda de Santiago Apóstol.
Casi nada se puede afirmar del silente trabajo de sus seguidores, si fueron ellos quienes trazaron la ruta jacobea o ésta ya era un itinerario druida anterior, que aprovecharon los romanos para trazar sus calzadas, si los restos que hoy se atribuyen a Santiago Apóstol son los de Prisciliano, si los Cátaros, los Masarríes o los Templarios que surgieron años después, eran seguidores de este gnóstico o si, aún hoy, otras Sociedades Secretas siguen sus postulados.



Otros de los denominados caminos de Santiago, son anteriores al propio Santiago, Así en denominado camino de la Plata, es una calzada romana que unía Mérida con la ciudad de la Gallaecia, Asturiga (Astorga) donde se ubicaba la Legión Séptima Gémina.
Sea como fuere, Prisciliano creó una escuela gnóstica de grande influencia en los años posteriores y que aún hoy pueden detectarse sus vestigios en el pensamiento religioso del pueblo gallego, ese híbrido que aún hoy se profesa, mezcla de paganismo y cristianismo; aquella escuela proclamaba la liberación a través del conocimiento, en contraposición a la salvación a través de la fe.

Pero aún hay más versiones. Para quien conozca bien Galicia, no le resultará extraño oír que gran parte de su tradición cultural, de clara influencia atlántica, se ha trasmitido durante siglos de forma oral en la intimidad del hogar, sus muchas las creencias paganas, (Santa Compaña - Premoniciones - Lugares Sagrados - Meigas...) asimiladas muchas de ellas por el cristianismo y que han perdurado desde el neolítico hasta nuestros días.
Entre esas tradiciones orales existe una extendida por toda la Costa de la Muerte que narra las ancestrales peregrinaciones de los druidas de los pueblos atlánticos, a través de un camino iniciático que siguiendo las estrellas en la noche clara (Vía láctea) les conducía hasta el fin del mundo (Finisterrae). Era un camino hacia la muerte alegórica, allá donde muere el sol cada día, para renacer en el camino de regreso hacia el oriente.
Esa relación de esa costa con la muerte es una constante en la historia, ya los griegos la denominaban como Dutika Mere que significa región de la muerte. No debemos olvidar que en aquella tierra plana, esta franja de tierra era el fin del mundo, donde el Sol (Helios) era tragado a diario por el océano. Cada atardecer se hundía en Hades, país de los muertos para renacer de nuevo por senderos misteriosos en el oriente, emergiendo cada mañana con todo su esplendor. Según la mitología griega, Hermes trasladaba a los infiernos las almas de los muertos ayudado por Caronte que conducía su barca de piedra hasta Hades, la actual Costa de la Muerte. Fíjense la similitud, en ambos mitos, de la barca de piedra de Caronte y la que trajo cuerpo de Santiago a Galicia.

El célebre historiador católico Claudio Sánchez Albornoz: «...pese a todos los esfuerzos de la erudición de ayer y de hoy, no es posible, sin embargo, alegar en favor de la presencia de Santiago en España y de su traslado a ella, una sola noticia remota, clara y autorizada. Un silencio de más de seis siglos rodea la conjetural e inverosímil llegada del apóstol a Occidente, y de uno a ocho siglos la no menos conjetural e inverosímil traslatio. Sólo en el siglo VI surgió entre la cristiandad occidental la leyenda de la predicación de Santiago en España; pero ella no llegó a la Península hasta fines del siglo VII.» (C. Sánchez Albornoz: "En los albores del culto jacobeo", en Compostellanum 16 (1971) pp. 37-71).

Unamuno escribía en sus "Andanzas y visiones españolas" (1922) que «todo hombre moderno, dotado de espíritu crítico, no puede admitir, por católico que sea, que el cuerpo de Santiago el Mayor repose en Compostela»

Interpretación Pórtico de la Gloria

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martes, 17 de agosto de 2010

La estirpe de la mariposa


El esplendor del califato cordobés, durante el reinado de la dinastía Omeya, es el marco escogido por Magdalena Lasala -coautora del gran éxito Moras y cristianas-, para su primera incursión en el género de la novela. Desde la construcción de Madinat al-Zahrâ, la maravillosa ciudad que con su culto por la belleza y el saber sembró la semilla del Renacimiento, hasta su aciago destino, se desarrolla esta fascinante saga de cinco generaciones de mujeres y de los hombres que las amaron. Zayyân, Lubná, Nûr, Sabay y Hawâ conforman la estirpe de la mariposa, llamada así por un pequeño colgante de cuarzo rosado, con la forma de una mariposa de alas abiertas, símbolo de la feminidad y de la continuidad del linaje. Durante ochenta y cinco años, el lector seguirá paso a paso el florecimiento de la civilización más rica de la Europa de aquellos tiempos. Sin embargo, cuando finalmente las mujeres disfrutan con plena libertad de una vida suntuosa en la maravillosa ciudad-palacio, una especie de jaula de oro donde el tiempo parece haberse detenido en el apogeo de una cultura de placer y refinamiento, el califato se ve amenazado por unos enemigos celosos de su riqueza.

En La estirpe de la mariposa, Magdalena Lasala recupera por fin un tiempo y un lugar injustamente olvidados de nuestra Historia. Y lo hace de forma pausada, sensorial e incluso atemporal, tal como Madinat al-Zahrâ quiso ser. Las descripciones son minuciosas, intensas, acordes con el mundo que crearon aquellos hombres y mujeres venidos de un lejano y árido desierto, para quienes la simple caída de una gota de agua contenía mil colores y melodías de gloria.



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Romance de ciego


Ángeles de Irisarri recrea la sociedad de finales del siglo XIX con el más brillante de los estilos de la narrativa contemporánea.

A finales del siglo XIX, la acaudalada e influyente familia Arriazu vive los cambios sociales que se producen en España con el advenimiento y generalización del ferrocarril, del teléfono, la luz eléctrica, el cine y el automóvil. Los señores aceptan gustosos el progreso que la llegada de los nuevos inventos supone para la vida cotidiana, pero sus criados recelan de la utilidad de semejantes novedades. Las protagonistas de esta novela conducen el hilo de la narración y son ellas las que marcan la dirección, el peso de los acontecimientos y las que se atreven a cambiar las situaciones. En una palabra, son ellas las que desean forjar su propio futuro, aunque no siempre lo consiguen... Porque la vida es como es, y la suerte o la desgracia la dirige a su antojo y, en consecuencia, no pueden escapar al destino que las enreda, a todas, en su madeja. En este nuevo mundo recién nacido, que preludia el siglo XX, tanto las mujeres de casa Arriazu como las que habitan fuera de ella, aman, sueñan, odian, lloran, sufren, ríen, bailan, leen y se divierten, tomando parte activa en el pequeño universo que les ha correspondido vivir, cada una con sus desvelos, tristezas, alegrías, secretos, pecados y pecadillos. Ángeles de Irisarri, ateniéndose a los hechos históricos, recrea con fidelidad la compleja atmósfera social, política y económica de la época, consiguiendo en Romance de ciego una novela en la mejor tradición de la narrativa contemporánea, léase Balzac, Galdós o Leopoldo Alas «Clarín».


Personajes: Olimpia, Cósima, Flora, Teolinda...

Ángeles de Irisarri
Nacida en Zaragoza. Licenciada en Filosofía y Letras (sección de Geografía e Historia). Ejerció de profesora de Instituto y de archivera. Trabajó en una agencia de publicidad de jefe de medios y administración. En la actualidad se dedica en exclusiva a la literatura.

Escudo de Zaragoza


Un hecho poco conocido es que Zaragoza perteneció durante un tiempo a Castilla. Fue el año 1134, cuando ante la amenaza almorávide, en tiempos de Ramiro II el Monje, Alfonso VII de Castilla se apoderó de la ciudad. Alfonso, incluso la cedió a Navarra y, cuando pasó a manos de Ramiro, siguió bajo la protección castellana hasta el tercer cuarto del siglo XII. Precisamente, de aquella época procede el escudo de la ciudad, un león, que se refiere al reino leonés.

Basilio Paraiso


Basilio Paraíso (Laluenga, Huesca, 1849 - Madrid, 1930) fue un empresario y político español.

Hijo de un maestro, cursó estudios escolares en Huesca y Zaragoza, donde se licenció en medicina en 1868 y comenzó su carrera empresarial.

Fue presidente de la Cámara Oficial de Comercio e Industria (1893-1919), fundador de la sociedad editorial del Heraldo de Aragón (1898), miembro del Congreso de los Diputados (1901) y senador vitalicio. Ayudaba a organizar la Exposición Hispano-Francesa de 1908.

En 1916 (en pleno transcurso de la Primera Guerra Mundial), fue nombrado por el Conde de Romanones presidente del comité ejecutivo de la Junta Central de Subsistencias, la cual regulaba la producción, el nivel y el precio, en el comercio, pero dimitió en 1917 a causa de divergencias con el propio Gobierno que llevó a García Prieto a la Presidencia.

Camón Aznar

José Camón Aznar (Zaragoza, España, 5 de octubre de 1898 — Madrid, España, 14 de mayo de 1979) . Catedrático, historiador, literato y pensador español del siglo XX.

Licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza, aunque nunca ejerció, tras terminar los estudios de leyes que realizó por imperativo paterno, comenzaría la licenciatura de Filosofía y letras. Se doctoró en Filosofía y Letras y ganó la cátedra de Teoría de la Literatura y de las Artes en la Universidad de Salamanca en 1924. Durante esos años en Salamanca, se vio muy vinculado al partido Radical, y a la persona de Miguel de Unamuno, causa por la que tras el final de la Guerra Civil perdiera la cátedra. Desde 1939 impartió lecciones de Historia del Arte en la Universidad de Zaragoza. En 1942, mediante concurso de oposición, obtuvo la cátedra de Historia del Arte medieval en la Universidad de Madrid, de cuya Facultad de Filosofía y Letras llegó a ser decano y con posterioridad Decano honorario.

Fue miembro de número de las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando, de la Historia y de Ciencias Morales y Políticas, miembro de honor de la Real Academia de Bellas Artes de Zaragoza y correspondiente de las de Bellas Artes de Lisboa, San Carlos de Valencia, San Jorge de Barcelona, también de numerosas en Hispanoamérica. Director de la fundación del Museo Lázaro Galdiano. Consejero del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Presidente de la Asociación Nacional de Críticos de Arte, miembro del Patronato del Museo del Prado, del Museo Arqueológico Nacional, del de Arte Contemporáneo de Madrid y del Alcázar de Segovia. Miembro del comité que debía dirigir los estudios de S.A.R. El Príncipe Juan Carlos de Borbón. Hijo Predilecto y meritísimo de la ciudad de Zaragoza.

Dirigió la Revista de Ideas Estéticas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y fundador de la publicación Goya, del Museo Lázaro Galdiano.

Su producción literaria fue muy copiosa. Entre sus obras figuran Dios en San Pablo, la novela El pastor Quijótiz y las tragedias Hitler, Lutero, Ariadna, "El Cid, personaje mozárabe", "El ser en el espíritu" y "Filosofía del arte".

En cuanto a sus publicaciones de Arte y Estética encontramos: "El arte desde su esencia", "El escultor Juan de Ancheta", "La Arquitectura plateresca, "Domenico Greco", "Picasso y el Cubismo", "La Arquitectura y el la orfebrería en el Siglo XVI", "Pintura medieval en España", "Velázquez", "La pintura española en el Siglo XVI", "Miguel Ángel", "La pintura española en el Siglo XVII", "Juan de Echebarría", "Berruguete", "Goya". Así como innumerables artículos periodísticos, catálogos de exposiciones, prólogos de obras literarias, filosóficas, artísticas. Comentarios y críticas a casi todos los principales artistas españoles contemporáneos, recensiones de libros, etc.

Durante todo su vida fue formando una importantísima colección de obras artísticas y literarias. Donaría toda este legado al pueblo de Aragón, creándose el Museo e Instituto de Humanidades Camón Aznar.

Astures


Los astures (asturi en Latín) fueron un antiguo pueblo que habitaba el noroeste de la península ibérica y cuyo territorio comprendía aproximadamente la comunidad autónoma de Asturias, las provincias de León y Zamora, la zona oriental de Lugo y Orense y parte del distrito portugués de Braganza.

Se considera que el origen y formación de esta cultura radica, entre otros aspectos, en la mezcla de una población autóctona, cuyo origen no está muy claro, con grupos de población llegados de la zona centroeuropea. No obstante, el conjunto de etnicidad de este grupo no parece nítido, y la mayoría de investigadores se inclinan a pensar en que la denominación astures sería solamente un convencionalismo empleado por los romanos a su llegada al Noroeste peninsular.

Se trataría de grupos de comunidades locales, organizados según los valles y unidades menores del territorio. Esto es posible confirmarlo en las singularidades que presentan las decoraciones cerámicas de la Edad del Hierro que denotan particularidades comarcales. De dudosa filiación lingüistica, hay una clara presencia de términos relacionados con el grupo céltico indoeuropeo.

A través de los textos clásicos conocemos algunas de sus tribus, como los pésicos, los tiburos o los gigurros. Tenían por vecinos a los galaicos, cántabros y vacceos. Se han conservado algunos de los rasgos astures, como el sistema de poblamiento denso y disperso basado en aldeas autosuficientes, la explotación colectiva de la tierra o las tradiciones comunales.

domingo, 15 de agosto de 2010

Catedral de Astorga

La Catedral de Astorga, dedicada a Santa María, es la sede episcopal de la diócesis de Astorga.

Se empezó a construir en 1471, dentro del mismo enclave amurallado de sus antecesoras románicas de los siglos XI y XIII, constituyendo esta última la base para su ampliación.

Construida según las pautas del Gótico final en su mayor parte, otros estilos arquitectónicos perfectamente integrados conviven en el edificio, dado que las obras se extendieron hasta el siglo XVIII: claustro reformado en el siglo XVIII con influencias del neoclásico, exterior barroco en torres, chapiteles y fachada, y pórtico con resabios renacentistas.

La Catedral y el Palacio Episcopal.El edificio forma un complejo catedralicio que comprende tres áreas diferenciadas:

Casi adyacente a la catedral se encuentra el Palacio Episcopal de Astorga, obra del arquitecto modernista Antoni Gaudí, formando ambos un armónico conjunto pese a las diferentes épocas en las que fueron construidos



La construcción se llevó a cabo entre 1889 y 1915.Unos años antes se había producido un incendio en el palacio episcopal, que lo dejó totalmente destruido. Ya que la ciudad no disponía de un arquitecto diocesano, el obispo Joan Baptista Grau i Vallespinós decidió encargar la construcción del nuevo palacio episcopal a su amigo Gaudí. La amistad entre ambos había comenzado años atrás mientras Grau –reusense como Gaudí– fue vicario general de la archidiócesis de Tarragona e inauguró la iglesia de Jesús-María cuyo altar Gaudí había diseñado.

Cuando Gaudí recibió el encargo de construir el palacio episcopal estaba ocupado en diversos proyectos, como el Palacio Güell, los Pabellones Güell, el Colegio de las Teresianas y la Sagrada Familia, por lo que no podía desplazarse a Astorga para estudiar el terreno y el entorno del nuevo edificio. Para no retrasar el proyecto le pidió al obispo que le enviase fotografías, dibujos y demás información del lugar, que le permitiesen comenzar a proyectar el palacio de manera que armonizase con las edificaciones de su entorno. Una vez hubo estudiado todo el material recibido, Gaudí preparó los planos del proyecto y los envió a Astorga. Grau se sintió satisfecho e inició los trámites para obtener los permisos administrativos. Después de haberse introducido algunas modificaciones, el proyecto fue aprobado en el mes de febrero de 1889. Unos meses después, el 24 de junio, se puso la primera piedra.

Aunque por subasta pública las obras se adjudicaron al contratista astorgano Policarpo Arias Rodríguez, Gaudí decidió emplear en la obra obreros y albañiles catalanes que ya habían trabajado para él, a fin de que durante sus ausencias la obra continuase de forma precisa según sus ideas. El Palacio Episcopal de Astorga es un edificio que tiene un aire medieval, apropiado para su finalidad. Gaudí lo proyectó en estilo neogótico,[2] corriente que provenía de la arquitectura historicista de moda en aquel momento, y que Gaudí empleó en el Colegio de las Teresianas, en Bellesguard y en la Casa Botines, además de en Astorga.
En 1893, tras la muerte del obispo Grau, Gaudí dimitió por desavenencias con el Cabildo, estando las obras paradas durante varios años. Finalmente, fue terminado entre 1907 y 1915 por el arquitecto Ricardo García Guereta.
Durante la Guerra Civil sirvió de cuartel de la Falange. En 1956, el obispo Julià Castelltort -de nuevo un catalán en escena- inició la restauración para convertir el edificio en residencia del obispo, función inicial que nunca llegó a consumarse; fallecido al poco tiempo, el nuevo obispo, Marcelo González Martín, renunció finalmente a la función episcopal y promovió la conversión a lo que es actualmente el palacio, el Museo de los Caminos, dedicado al Camino de Santiago.

Astorga

Astorga es un municipio y ciudad española situada en la zona central de la provincia de León, en la comunidad autónoma de Castilla y León. Está situada en la comarca de la Maragatería, de la cual es su núcleo más importante, en el tránsito entre el Páramo y los montes de León. La ciudad es cabeza de una de las diócesis más extensas y antiguas de España, cuya jurisdicción abarca la mitad de la provincia de León y parte de las de Orense y Zamora.
Nacida como campamento militar romano de la Legio X Gemina a finales del siglo I a. C., poco después se transformó en un núcleo civil. Capital del Conventus Asturum, Asturica Augusta fue un importante nudo de comunicaciones en el noroeste peninsular y gozó de cierta prosperidad en los primeros siglos de nuestra era gracias a la cercanía de varias explotaciones mineras, entre ellas Las Médulas. Tras el fin de éstas y las sucesivas destrucciones de la ciudad, ésta se vio sumida en un prolongado letargo hasta que en el siglo XI el impulso del Camino de Santiago supuso la revitalización del núcleo urbano.
Entre sus monumentos más representativos se encuentran la Catedral, el Palacio Episcopal, el Ayuntamiento y la Ergástula romana.

Edad Antigua: Los astures
Astorga fue, según Plinio el Viejo en el siglo I, la capital de la tribu de los astures, debido a que su posición, junto al monte sagrado del Teleno la convirtió en un cruce de caminos para los pueblos celtas que habitaban en el noroeste peninsular. Este asentamiento llamó poderosamente la atención de Roma, que conquistaron la ciudad en el siglo I a. C. y la convirtieron en base de la Legio X Gemina durante las Guerras Cántabras. El dominio de la ciudad astur tenía como objetivo fundamental el control de los ricos yacimientos auríferos de la zona y el establecimiento de rutas más seguras para transportar el mineral de oro desde el cercano paraje de Las Médulas. Por dicha razón, el castro astur fue rebautizado en honor del César como Asturica Augusta.
A partir de la segunda mitad del siglo XI, la ciudad de Astorga recibe el impulso de la peregrinación a Santiago de Compostela, que resultó ser un nuevo modelador urbano y mercantil. El impulso se concreta en un incremento de población, entre la que aparecen inmigrantes extranjeros de diversas procedencias, como los francos, que dejaron su testigo en el callejero de la ciudad con la calle de los francos. La ciudad crece extramuros, adosándose a las murallas nuevos arrabales como los de San Andrés, Rectivía y Puerta de Rey. Se construyen también nuevas iglesias y monasterios, que se ubicarán tanto en el núcleo antiguo como en los nuevos arrabales. Surgen también entre estos arrabales dos juderías que tendrán un importante papel en la vida comercial y social de la ciudad. El desarrollo de estos barrios imprime a la ciudad un mayor dinamismo económico y social y aumenta la complejidad funcional de la ciudad.