Astorga es un municipio y ciudad española situada en la zona central de la provincia de León, en la comunidad autónoma de Castilla y León. Está situada en la comarca de la Maragatería, de la cual es su núcleo más importante, en el tránsito entre el Páramo y los montes de León. La ciudad es cabeza de una de las diócesis más extensas y antiguas de España, cuya jurisdicción abarca la mitad de la provincia de León y parte de las de Orense y Zamora.
Nacida como campamento militar romano de la Legio X Gemina a finales del siglo I a. C., poco después se transformó en un núcleo civil. Capital del Conventus Asturum, Asturica Augusta fue un importante nudo de comunicaciones en el noroeste peninsular y gozó de cierta prosperidad en los primeros siglos de nuestra era gracias a la cercanía de varias explotaciones mineras, entre ellas Las Médulas. Tras el fin de éstas y las sucesivas destrucciones de la ciudad, ésta se vio sumida en un prolongado letargo hasta que en el siglo XI el impulso del Camino de Santiago supuso la revitalización del núcleo urbano.
Entre sus monumentos más representativos se encuentran la Catedral, el Palacio Episcopal, el Ayuntamiento y la Ergástula romana.
Edad Antigua: Los astures
Astorga fue, según Plinio el Viejo en el siglo I, la capital de la tribu de los astures, debido a que su posición, junto al monte sagrado del Teleno la convirtió en un cruce de caminos para los pueblos celtas que habitaban en el noroeste peninsular. Este asentamiento llamó poderosamente la atención de Roma, que conquistaron la ciudad en el siglo I a. C. y la convirtieron en base de la Legio X Gemina durante las Guerras Cántabras. El dominio de la ciudad astur tenía como objetivo fundamental el control de los ricos yacimientos auríferos de la zona y el establecimiento de rutas más seguras para transportar el mineral de oro desde el cercano paraje de Las Médulas. Por dicha razón, el castro astur fue rebautizado en honor del César como Asturica Augusta.
A partir de la segunda mitad del siglo XI, la ciudad de Astorga recibe el impulso de la peregrinación a Santiago de Compostela, que resultó ser un nuevo modelador urbano y mercantil. El impulso se concreta en un incremento de población, entre la que aparecen inmigrantes extranjeros de diversas procedencias, como los francos, que dejaron su testigo en el callejero de la ciudad con la calle de los francos. La ciudad crece extramuros, adosándose a las murallas nuevos arrabales como los de San Andrés, Rectivía y Puerta de Rey. Se construyen también nuevas iglesias y monasterios, que se ubicarán tanto en el núcleo antiguo como en los nuevos arrabales. Surgen también entre estos arrabales dos juderías que tendrán un importante papel en la vida comercial y social de la ciudad. El desarrollo de estos barrios imprime a la ciudad un mayor dinamismo económico y social y aumenta la complejidad funcional de la ciudad.
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