El esplendor del califato cordobés, durante el reinado de la dinastía Omeya, es el marco escogido por Magdalena Lasala -coautora del gran éxito Moras y cristianas-, para su primera incursión en el género de la novela. Desde la construcción de Madinat al-Zahrâ, la maravillosa ciudad que con su culto por la belleza y el saber sembró la semilla del Renacimiento, hasta su aciago destino, se desarrolla esta fascinante saga de cinco generaciones de mujeres y de los hombres que las amaron. Zayyân, Lubná, Nûr, Sabay y Hawâ conforman la estirpe de la mariposa, llamada así por un pequeño colgante de cuarzo rosado, con la forma de una mariposa de alas abiertas, símbolo de la feminidad y de la continuidad del linaje. Durante ochenta y cinco años, el lector seguirá paso a paso el florecimiento de la civilización más rica de la Europa de aquellos tiempos. Sin embargo, cuando finalmente las mujeres disfrutan con plena libertad de una vida suntuosa en la maravillosa ciudad-palacio, una especie de jaula de oro donde el tiempo parece haberse detenido en el apogeo de una cultura de placer y refinamiento, el califato se ve amenazado por unos enemigos celosos de su riqueza.
En La estirpe de la mariposa, Magdalena Lasala recupera por fin un tiempo y un lugar injustamente olvidados de nuestra Historia. Y lo hace de forma pausada, sensorial e incluso atemporal, tal como Madinat al-Zahrâ quiso ser. Las descripciones son minuciosas, intensas, acordes con el mundo que crearon aquellos hombres y mujeres venidos de un lejano y árido desierto, para quienes la simple caída de una gota de agua contenía mil colores y melodías de gloria.
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En La estirpe de la mariposa, Magdalena Lasala recupera por fin un tiempo y un lugar injustamente olvidados de nuestra Historia. Y lo hace de forma pausada, sensorial e incluso atemporal, tal como Madinat al-Zahrâ quiso ser. Las descripciones son minuciosas, intensas, acordes con el mundo que crearon aquellos hombres y mujeres venidos de un lejano y árido desierto, para quienes la simple caída de una gota de agua contenía mil colores y melodías de gloria.
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