miércoles, 9 de julio de 2014

Cristina de Suecia

Estocolmo, 1626- Roma,1689

Cristina de Suecia no fue una reina convencional, tampoco fue una mujer como era costumbre en la época. Su falta de respeto hacia los convencionalismos la acarreó numerosos problemas e hizo que no fuera lo que se dice una reina popular, sin embargo hoy es uno de los monarcas suecos más conocidos debido a las adaptaciones cinematográficas que se han hecho sobre su vida.
Cristina nació en el año 1626, en un momento muy difícil de la historia europea, las naciones protestantes se enfrentaban a las católicas en lo que más tarde se conoció como guerra de los 30 años. Su padre el rey de Suecia esperaba un heredero varón dispuesto a ponerse al frente del ejército, pero la fortuna le deparó a Cristina. Su sexo no varío los planes que su padre tenía para ella, recibiendo la educación que habría recibido el príncipe en caso de haber sido un chico, incluyendo equitación, esgrima y manejo de armas de fuego, aunque sin descuidar una intensa formación ilustrada propia de la época.

Solía vestir de hombre, pantalones, botas, sombrero y le gustaba realizar todo tipo de actividades masculinas. Su ambigüedad era toda una novedad en su época.
Con 22 años accede al trono, y rápidamente sus consejeros buscan con quien casarla para dar un heredero a la corona, pero ella se negó en redondo.

En concreto, su relación con el embajador del reino de España, Antonio de Pimentel fue de las más importantes, pero no duró mucho por hastió de Cristina, bastante inconstante en temas del corazón.

Su verdadera pasión fueron los libros y el estudio, siendo una de las reinas más eruditas de la historia, por ello no aceptaba consejos, considerándose superior a la mayoría de la gente que la rodeaba. Su gusto por la cultura no fue bueno para el país, ya que para comprar nuevas obras de arte liquidó el tesoro real y subió los impuestos, por que el pueblo sintió un alivio importante cuando decidió abdicar en 1654 con tan solo 28 años de edad.


Una vez liberada de sus tareas como reina, renunció al protestantismo y abrazó el catolicismo, hecho que nunca le perdonaron en su país, protestante hasta la médula. Sobre las causas de este cambio, se ha apuntado la influencia del pensador Rene Descartes, profundo católico que murió en una de las visitas que hizo a su corte en Estocolmo, aunque también se especula con la influencia que pudo tener su amante Pimentel. Fuera de Suecia y con una renta vitalicia comenzó una vida viajera por las cortes europeas, tratándose con eruditos, artistas y príncipes, ideando planes para ser reina de nuevos territorios, de forma un tanto alocada. Fijó su residencia en Roma, al amparo del Papa, pero tanto allí como a cualquier sitio donde fuera era protagonista de múltiples escándalos por su actitud transgresora, fuera de todo convencionalismo. Muere en Roma, en 1689, siendo enterrada en la Basílica de San Pedro donde sólo encontramos tres monumentos dedicados a mujeres, las cuales, además, han tenido el privilegio de ser enterradas en la cripta junto a los pontífices. Ellas son Matilde de Canossa (1046-1115), María Clementina Sobieska (1702-1735) y Cristina de Suecia (1626-1689).

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