Estocolmo, 1626- Roma,1689
Cristina de Suecia no fue una reina convencional, tampoco fue
una mujer como era costumbre en la época. Su falta de respeto hacia los
convencionalismos la acarreó numerosos problemas e hizo que no fuera lo que se
dice una reina popular, sin embargo hoy es uno de los monarcas suecos más
conocidos debido a las adaptaciones cinematográficas que se han hecho sobre su
vida.
Cristina nació en el año 1626, en un momento muy difícil de la
historia europea, las naciones protestantes se enfrentaban a las católicas en
lo que más tarde se conoció como guerra de los 30 años. Su padre el rey de
Suecia esperaba un heredero varón dispuesto a ponerse al frente del ejército,
pero la fortuna le deparó a Cristina. Su sexo no varío los planes que su padre
tenía para ella, recibiendo la educación que habría recibido el príncipe en
caso de haber sido un chico, incluyendo equitación, esgrima y manejo de armas
de fuego, aunque sin descuidar una intensa formación ilustrada propia de la
época.
Solía vestir de hombre, pantalones, botas, sombrero y le
gustaba realizar todo tipo de actividades masculinas. Su ambigüedad era toda
una novedad en su época.
Con 22 años accede al trono, y rápidamente sus consejeros
buscan con quien casarla para dar un heredero a la corona, pero ella se negó en
redondo.
En concreto, su relación con el embajador del reino de España,
Antonio de Pimentel fue de las más importantes, pero no duró mucho por hastió
de Cristina, bastante inconstante en temas del corazón.
Su verdadera pasión fueron los libros y el estudio, siendo una
de las reinas más eruditas de la historia, por ello no aceptaba consejos,
considerándose superior a la mayoría de la gente que la rodeaba. Su gusto por
la cultura no fue bueno para el país, ya que para comprar nuevas obras de arte
liquidó el tesoro real y subió los impuestos, por que el pueblo sintió un
alivio importante cuando decidió abdicar en 1654 con tan solo 28 años de edad.
Una vez liberada de sus tareas como reina, renunció al
protestantismo y abrazó el catolicismo, hecho que nunca le perdonaron en su
país, protestante hasta la médula. Sobre las causas de este cambio, se ha
apuntado la influencia del pensador Rene Descartes, profundo católico que murió
en una de las visitas que hizo a su corte en Estocolmo, aunque también se
especula con la influencia que pudo tener su amante Pimentel. Fuera de Suecia y
con una renta vitalicia comenzó una vida viajera por las cortes europeas,
tratándose con eruditos, artistas y príncipes, ideando planes para ser reina de
nuevos territorios, de forma un tanto alocada. Fijó su residencia en Roma, al
amparo del Papa, pero tanto allí como a cualquier sitio donde fuera era
protagonista de múltiples escándalos por su actitud transgresora, fuera de todo
convencionalismo. Muere en Roma, en 1689, siendo enterrada en la Basílica de
San Pedro donde sólo encontramos tres monumentos dedicados a mujeres, las
cuales, además, han tenido el privilegio de ser enterradas en la cripta junto a
los pontífices. Ellas son Matilde de Canossa (1046-1115), María Clementina
Sobieska (1702-1735) y Cristina de Suecia (1626-1689).
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